domingo, 31 de mayo de 2015


MOFA DEL LAZARILLO PARA SU QUERÍDO FISCAL



Estimado fiscal:

Tengo que confesarle algo que puede que le sorprenda, no es la primera vez que estoy en un reformatorio, ni será la última.

Yo sólo era un chico pequeño y débil que no sabía nada de la vida hasta que conocí a mi amigo  Roberto. Él era un chico delgaducho que creció conmigo, pero se cambió de barrio y no le volví a ver hasta aquella noche oscura pintando un grafiti. Se había convertido en un joven musculoso y que hacía vandalismo para expresar su rabia contra el sistema. Después de hablar con él fue cuando me di cuenta de lo que pasaba, me enseñó la verdadera belleza del arte urbano y me cuidó como a un hermano.

Todas las noches salíamos a pintar por las calles de Madrid, cada uno vigilaba las espaldas del otro y firmábamos con nuestras propias iniciales. Un día Rober estaba pintando mientras yo vigilaba, me descuidé un momento y ahí estaba, aquel policía al que nunca olvidaré la cara, usted. Rober y yo salimos corriendo, pero él se quedó atrás y no volví a saber más de él.

Me enteré pocos días después de que le habían llevado al reformatorio de Toledo y fui en su búsqueda. Pedí ayuda a mis amigos grafiteros de Toledo, aunque no los había visto en mi vida los grafiteros tenemos unas promesas entre nosotros, ayudarnos unos a otros, como si fueran normas escritas pero sin estarlo. Me acogieron en su casa durante unos días y planeamos una huida.

Al día siguiente, le hice una visita a Rober y le conté el perfecto plan para que una vez hecho pudiéramos revolucionar a toda la gente de ese lugar y que se enterasen de lo que nos estaban quitando.

Esa misma noche nos colamos cuatro grafiteros de Toledo y yo, en el reformatorio con unas mochilas llenas de pintura, fuimos a por Rober y nos llevó hasta el patio donde una hermosa pared de ladrillos blancos nos estaba esperando para pintarla y dejar un mensaje en ella. Saqué mi spray negro acompañado del azul y empecé a hacer la base de nuestro diseño mientras los otros vigilaban como hacían en la calle.

Cada trazo, cada movimiento de muñeca hacía que me involucrara más en el proyecto, cuando terminamos la obra era magnífica y todo el mundo me felicitó por ello, pero era demasiado bonito para ser verdad. Justo cuando lo estábamos celebrando el guardia de la torre nos vio y le presionó la sirena de “preso a la fuga”. Empezamos a correr y fui el primero en llegar a la verja por donde nos habíamos colado, la abrí y empecé a ayudar al resto de la gente a escapar, pero había un inconveniente, uno tendría que quedarse dentro y cubrir las espaldas al resto. Cerré la verja a tiempo y me fui corriendo al lado opuesto de esa valla para despistar a los guardias, fue ahí cuando me di cuenta de que pasara lo que pasara no sería en vano.

Me cogieron y tuve que quedarme 2 años por vandalismo, allanamiento y cómplice de la fuga de un preso. Tuve que borrar esa pintura maravillosa que hice en esa noche inolvidable con aquellos magníficos amigos.

Cuando salí del reformatorio era casi un adulto, y ahí estaban esos amigos de los que puedes fiarte siempre, lo grafiteros. Miles de ellos esperándome a la salida del reformatorio animándome con pancartas, y allí estaba Rober esperándome, mi hermano, mi amigo, mi verdadera familia, el que me llevó a mi hogar.

Meses después volví a las andadas, Rober dejó de hacer grafitis y yo conocí a un chico que era igual que yo cuando empecé con este oficio, le enseñé la belleza de este arte y él lo difundió al resto de sus amigos.

Ahora soy el rey de las calles dentro y fuera de esta prisión, todo el mundo me conoce y soy una leyenda urbana.

Cuando usted esté leyendo esto mi plan de huida habrá sido realizado, pero esta vez no hay ningún error, nadie se habrá quedado atrás y usted intentará buscarme pero no podrá, porque no puede atrapar a una leyenda urbana, ¿o sí puede?


Atentamente el Lazarillo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario